Inspiración, cafrerío y catástrofe

Jose Fernández
23:46 • 20 nov. 2017

Picasso decía que la inspiración te debería sorprender trabajando. Y una de las mejores muestras la tenemos en Vivaldi, al que, como era cura, el soplo de la musa le llegaba en ocasiones en mitad de una misa, lo que no impedía al gran Antonio retirarse de inmediato y dejar a los feligreses con dos palmos de narices. La música y la pintura son dos disciplinas artísticas en las que el chispazo del ingenio y la estimulación repentina son claves a la hora de afrontar una composición. Por eso me pregunto qué tipo de iluminación o impulso tienen en Almería todos los idiotas que se dedican a pintarrajear esculturas, paredes y monumentos, armados con un aerosol. No hablo de los grafitis o inscripciones realizadas con un criterio más o menos artístico o de quien emplea el spray para abominar del capitalismo y sus afluentes, que eso tendría artículo aparte. Hablo de los que toman el bote de pintura para manchar paredes, estatuas y elementos del patrimonio común. La última exposición de su descerebramiento la tenemos a los pies de la Alcazaba, en donde ¡otra vez! han dejado testimonio de su falta de civismo y de lo improductivo que resulta el garabatismo a la historia del arte urbano. La lucha que lleva el Ayuntamiento con toda esta recua de “artistas” convierte a la historia de Sísifo y su piedra en la anécdota de un chaval y un chinorro. Quizás algún día alguien consiga tener el tiempo y la amplitud de visión suficiente como para ir sumando lo que, pellejería a pellejería, nos ha costado en los últimos años a los almerienses la actuación sostenida de nuestros propios cafres, porque lo mismo nos saldría dinero suficiente como para construir y dotar un hospital. Y no; no me vengan con que la solución es poner cámaras o más policías. No se puede poner una cámara o un gendarme al lado de cada estatua, de cada contenedor o de cada pared. ¿De verdad esa es la Almería que queremos?







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