La UAL cumple 25 años entre clásicos

La música clásica se convierte en el vehículo perfecto para transmitir el orgullo del trabajo de equipo conseguido para nuestra sociedad y el ambiente de celebración

Mariola Cantarero durante su actuación con la OCAL en el 25 aniversario de la Universidad de Almería.
Mariola Cantarero durante su actuación con la OCAL en el 25 aniversario de la Universidad de Almería.
Mar de los Ríos
21:13 • 20 ene. 2018

Un cañón proyectado sobre la fachada del Auditorio Maestro Padilla nos recibe para iniciar el aniversario de la efeméride: el sol de Portocarrero brilla entre la lozanía de la UAL (1993-2018). El lleno del aforo corroboran la importancia del año de celebración, que se iniciaba el pasado viernes con un recital clásico, a cargo de nuestra Orquesta Ciudad de Almería y de la soprano belcantista granadina, Mariola Cantarero.




Satisfacción unánime Las autoridades asistentes al concierto, representadas por el alcalde de nuestra ciudad, Ramón Fernández-Pacheco Monterreal y el rector de la UAL, Carmelo Rodríguez Torreblanca, ponen de manifiesto la satisfacción unánime de toda nuestra sociedad ante el camino recorrido por la joven Universidad de Almería, la cual ha contribuido de manera determinante a insuflar, en esta su incipiente trayectoria,  riqueza intelectual a nuestro patrimonio humano. Se le reconoce su labor catalizadora de excelencia en todos los ámbitos. Formar a más de setenta mil alumnos con éxito en estos veinticinco años, jóvenes en su mayoría almerienses, es uno de nuestro principales activos como sociedad. Porque en este campus sereno frente al mar se ancla el presente de una ciudad moderna, celebrando su pasado más reciente, a través de su Universidad, depositando con ello sus esperanzas en un futuro con vocación universal.




El programa elegido por el director de la OCAL, Michael Thomas, representa con acierto un elenco de obras maestras que los autores europeos del mundo clásico aportaron al acervo cultural. Tener como parte de esta tejido clásico a la Canterero como solista, infiere un grado de exquisitez al concierto, el cual nos disponemos a paladear.




Ópera española Arriaga es un autor vasco de principios del XIX. Le llamaron el Mozart español porque compartía con el genio austriaco muchos pilares vitales, entre ellos el nombre de pila y su talento precoz. Su muerte prematura (veinte años) dejó en suspenso la promesa de la música clásica española que pudo ser y no fue. La Obertura de los esclavos felices es una pieza que transmite brillantez desde sus primeros compases, para el lucimiento de una orquesta como la OCAL, y que nos hace reflexionar sobre la edad del compositor, apenas trece años, cuando da vida a estos violines que contagian la alegría de la primavera, de la propia existencia conectada con la emoción.




Mozart Y ya sale Mariola a escena vestida de un verde lentejuela espectacular, aportando su luz en cuerpo y alma. Toma la parte delantera del escenario, mientras sus cuerdas quedan arropadas por las de la OCAL entre violines, violas y chelos. Un empaste perfecto. Entran los instrumentos de vientos y ella vibra con el aria de la Contessa (La Condesa) de una de las óperas más importantes de todos los tiempos, Las Bodas de Fígaro, ambientada en Sevilla, y compuesta por el genio por excelencia: Mozart.  Nos embelesa con su exquisita voz y la dulzura del italiano: O mi rendi il mio tesoro, o mi lascia almen morir. (Devuélveme a mi tesoro, o déjame al menos morir...)




Continua con otra aria de las óperas de Mozart: Las mujeres son así (Così fan Tutte). Un drama jocoso sobre el intercambio de parejas y donde Mariola despliega su virtuosismo. El ambiente ya está caldeado y suenas los primeros bravos desde la platea. Es el turno para los italianos.




Rossini Vuelve la parte instrumental para ejecutar un muestra de la ópera dedicada al legendario héroe de la independencia suiza, Guillermo Tell. Comienza con un chelo como si fuese un quejido. Todas las cuerdas secundan la gravedad con sus arcos tensados. Los violines  aparecen de pronto como avispas, creando la tensión. Se acerca Guillermo, se esconde, espera para atacar o ser atacado. Explota la pieza en tormenta, moja la lluvia y la fuerza del viento se hace patente. Todos los integrantes de la orquesta participan en un grandioso empaste. Me embelesa la percusión desde niña. Darle al triangulo o a los platillos con la fuerza del éxtasis y sentirme así parte de ese todo sonoro, era uno de mis sueños. Sonrío reviviendo aquella sensación infantil llenando mis pulmones, mi cabeza y mi corazón de arpegios. La flauta travesera trae la paz y gira el protagonismo de la pieza hacia los vientos. El triangulo da las horas de la naturaleza. Hasta que aparece los metales... Y ya se divisan a los caballos galopando. El final apoteósico de la pieza enardece el animo de los asistentes.




Bellini Vuelve Mariola con Norma, una de las cumbres del bel canto romántico y uno de los papeles más difíciles de todo el repertorio lírico. Dirige una plegaria a la Luna con acordes archiconocidos para el gran público; el arquetipo musical de la elegancia, explotado hasta la saciedad durante el siglo XX y que ha acompañando a multitud de imágenes reconocibles, vibra ahora para nosotros. Así debe de sonar una sirena, pienso cuando miro a Mariola enfundada en sus escamas. En el cenit de la pieza se percibe como si abriese una llave de su garganta y sacase un torrente mágico, que se recibe como el regalo sin parangón que supone la música en directo.  


Mantiene la nota hasta el comienzo del silencio total, con una maestría y sentimiento, que temo contaminar el momento desde el proscenio con el repiqueteo suave de mi teclado de ordenador. La sala queda consternada, hasta el punto que tarda en arrancar a aplaudir. Para mí es la pieza más hermosa de la noche. Continua con un aria de la ópera Semiramide, de  Rossini, donde la línea vocal es extremadamente florida. Y la OCAL, la ensalza, la espera, calla para que su trino luzca. Escalas de voz donde la palabra amor y el sentimiento se abren paso en la sala del Maestro Padilla. 


Lírica española Después del descanso pasamos a la Zarzuela. Mariola se ha cambiado de traje para la ocasión. De negro con volantes, mantón de Manila bordado en blanco y flores en el pelo. Y comenzamos por la puerta grande con la Obertura del tambor de granaderos del maestro Chapí, pieza de fondo de nuestras vidas de cine. El ambiente que se crea invita a echar a correr para coger algún tren rumbo a una vida mejor. Después llega Marinela, del maestro Serrano con su triste cantinela. Como errante golondrina vas en busca del amor. Pobre golondrina que a la par caminas tras un sueño engañador... Sin temor a equivocarnos, entender toda la letra suman emoción a los acordes líricos de corte español. Por eso la Zarzuela es tan especial. Los brazos en jarras de la Cantarero, arrancan a La Petenera de Torroba, con ese aire típico andaluz. Tres horas antes del día iba la estrella buscando su resplandor. La primera rosa, la más primorosa. Tómala y tu corazón y el mio juntos van unidos. La Carmen de Bizet y su pandereta desata posteriormente los vientos de la flauta travesera y del clarinete.


Broche de oro La última parte del concierto está repartida entre La Noche Hermosa  del maestro Sorozábal, donde la orquesta nos lleva galopando por una extensa campiña entre París y Rusia, para seguir con Cecilia Valdés, de Roig, que insufla aromas caribeños al colofón de este bello encuentro musical. 


Los aplausos inundan el aire para iniciar la despedida con los bises: llega la eternidad de la Cavallería Rusticana de Mascagni, de la que el maestro Thomas se declara impaciente por ejecutar, denotando su amor por ella. Después, una penúltima pieza, donde Mariola pasa a formar parte de la Orquesta de Almería con su pericia con las castañuelas. Adiós Granada sirve para despedirnos definitivamente de una velada musical inolvidable, donde queda de manifiesto la emoción del trabajo bien hecho, y donde la música se aúpa como el mejor vehículo para interiorizar las máximas de la lozana Universidad de Almería y que la clásica sabe representar con la rotundidad de su atemporalidad. 


Mirando hacia atrás solo ves futuro. Esfuerzo, constancia e ilusión.   



Temas relacionados

para ti

en destaque