El silencio después de la Musica

Quizás Tchaikovsky quiso que todo aquel que escuchara `La Patética` buscara en ella respuestas a las preguntas que cada uno tuviera que formularse

Fotografía de Marta Máñez.
Fotografía de Marta Máñez.
Alejandro Aparicio
01:00 • 03 feb. 2018

Siempre damos importancia al sonido, a la palabra, al pensamiento... pero pocas veces nos paramos en el silencio: en la ausencia de contenido. En el silencio quizás vive lo más profundo de cada uno, posiblemente sea el lugar y el espacio donde cabe todo y no existe nada, y hoy vamos a vivir uno de los silencios más sobrecogedores.




Por primera vez desde que escribo estos artículos voy a hablar de una obra que he escuchado en directo durante los días previos a la publicación. El pasado jueves fui al concierto de la Orquesta Sinfónica de Bilbao en cuyo programa se encontraba la Sinfonía nº6 ‘Patética’ de Tchaikovsky. Como alguna vez os he comentado, en un concierto existe una magia inigualable, algo difícil de conseguir por medio de la escucha de una grabación.




Esta Música que os propongo hoy está compuesta en cuatro movimientos y tiene una duración de poco más de tres cuartos de hora, aunque para aquellos que solo quieran ver el final de la película os pido que escuchéis al menos las dos últimas partes, es decir, a partir del minuto 28 del vídeo que os sugiero. Por cierto, sé que muchos se cuestionan cuándo se debe aplaudir o no en la Música Inmortal, aquí un claro ejemplo de que cualquier momento en el que el cuerpo lo pida, llevado por la música, es el adecuado. Así que nunca os sintáis incómodos por aplaudir aunque no todos lo hagan. Aquí, al acabar el tercer movimiento siempre se aplaude, aunque haya gente que no lo considere oportuno.




Tchaikovsky fue toda una personalidad. Se trataba de un auténtico romántico, no uno de los de cuento, no. Sino un romántico de aquellos en los que la tragedia es algo inherente. Era homosexual y además un personaje público y de gran importancia, imaginad lo difícil que debía ser esto en la Rusia de segunda mitad de siglo XIX. Existe una historia muy arraigada que asegura que debido a su homosexualidad fue obligado por un Tribunal de Honor a suicidarse, para así no causar vergüenza a la escuela de jurisprudencia a la que pertenecía. Tchaikovsky murió 9 días después del estreno de la obra de hoy (en 1893), estos factores sumados al dolor palpable de su último movimiento hicieron pensar que La Patética era un adiós, una carta de despedida, un testamento. Sin embargo, esta teoría es desmontada por investigaciones posteriores hechas por Poznanski. Al dejarnos sin esta lúgubre teoría que daba un sentido a la obra de hoy no queda otra que preguntarnos ¿Cuál es entonces su significado? 




Vivió este compositor afirmando que su vida había transcurrido “lamentando el pasado y confiando en el futuro, sin estar nunca satisfecho del presente”. Nos da una idea de esa tragedia que acompañaba a nuestro personaje. Pero seguimos sin saber qué había aquí escondido. Su hermano Modest conjeturó que en su Sinfonía nº6 quiso “exorcizar todos los sombríos demonios que le poseían desde hacía largo tiempo”. Quizás fuera cierto. Lo que sí sabemos con seguridad es que hay algo especial en esta Música. Tchaikovsky la concibió como una Sinfonía-Programa, pero jamás reveló a nadie cuál sería ese programa, se limitó a invitar a quien quisiera que investigara sobre ello. 




Esto me lleva a pensar que nunca hubo tal programa y que en realidad lo que quería era que el oyente se sumergiera en la Música, quizás quiso que todo aquel que la escuchara buscara en ella respuestas a las preguntas que cada uno tuviera que formularse. No lo sabemos. Al igual que no sabemos si tiene un significado autobiográfico, quizás tampoco lo tenga, quizás extrajo toda la concepción que él tenía de la vida, toda esa tragedia que le caracterizaba, y la plasmó en esta obra. Tampoco conocemos por qué su último movimiento es lento y doloroso, un Adagio lamentoso, cuando hasta entonces el último movimiento de las sinfonías solía ser el brillante, el explosivo, así como es el tercero de nuestra Patética (el que arranca los aplausos). Quizás muere la sinfonía como muere la vida, no acaba en un éxtasis sino que lo hace apagándose, perdiéndose en la lejanía, hasta desaparecer y caer en el silencio.




Y así fue el pasado jueves en el concierto, desaparecieron las últimas notas. Toda una energía que se mantuvo en el espacio que hay después de la Música. Aquel silencioso lugar en el que la falta de sonido duele al mismo tiempo que apacigua, aquel lugar en el que la energía de toda una obra de Arte permanece durante unos segundos, o quizás más, ocupando la sala, ocupando las cabezas de los oyentes y posiblemente sus almas, la mía. Es en ese silencio cuando te das cuenta de que la Belleza se escribe con mayúsculas y donde adquiere un matiz que va más allá de lo estético.




Os dejo como siempre el vídeo en las redes bajo el hashtag #EscuchandoMúsicaInmortal y en mi web. Y no olvidéis que cuando escuchéis la Sinfonía nº6 de Tchaikovsky, vais a escuchar algo más que Música, porque como dijo el propio compositor, toda su alma está en esta sinfonía.


Alejandro Aparicio es guitarrista almeriense. Músico fuera de los cánones habituales de la música clásica, destaca por su cercanía con el público en el escenario y su sensibilidad. 



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