Ha nacido un gran Festival

Marcos Escánez
01:00 • 10 oct. 2015

No me equivoqué. Dije que el Primer Festival del Jaroso iba a ser una delicatessen flamenca, y ha sido así. La calidad de los artistas, el inspirador sitio para el arte, la climatología, y casi 600 personas en el anfiteatro del Castillo del Marqués de los Vélez fueron las claves para una noche inolvidable de buen flamenco y de verdades, cada uno con la suya, hasta convertirse en una única verdad colectiva. El arte triunfó y la buena música fue el vehículo que nos condujo a todos en una especie de viaje sin destino ni justificación, donde lo importante era sentir y dejarse llevar. El programa estaba diseñado para que cualquier perfil de aficionado, o no aficionado, pudiera disfrutar; por eso contamos con dos cantaores de perfil muy distinto, así como con un espectáculo que daba tanto protagonismo al arte como a la intelectualidad del flamenco.
Son numerosas las excelentes críticas y las felicitaciones que hemos recibido por la celebración y el éxito de este proyecto, que parece haberse consolidado con una sola edición gracias a su gran acogida.
Y es que el flamenco lo inundó todo. Se cantó por derecho en los tres espectáculos y en los tres se rindió homenaje a la elegancia. El traje fue de seda, terciopelo y metal, de harapos por momentos y en otros de oro fino, malagueña y verdial, soleá, alegrías, tientos-tangos, fandangos, seguiriyas o caña, y el homenaje al cielo fue en cantes de levante. Ya estamos trabajando para el próximo año.
Y el próximo evento en el que estaremos presentes será en el Rememorando del Colegio Piloto Europa, un minifestival para un macro-evento que aglutina a más de 800 personas. El programa se abastece con agrupaciones en los que participan artistas que fueron alumnos. Lunáticos, Las Vegas, Tentados por el silencio, la Banda del Trópico, Pepe Céspedes o Salteños compartirán tablas el 17 de octubre en el parque del Boticario.
Esto del Colegio Europa puede parecer una aventura algo desmesurada para algunos, y seguramente lo será… Pero quien estuvo allí, quien corrió, jugó, estudió y compartió allí…  quien lloró, se enamoró, rió, tropezó, perdió o ganó allí… en definitiva, quien pudo disfrutar de esa infraestructura y de sentirse parte de ese colectivo, tuvo mucha suerte, porque aprendió a plantar árboles y a no pisarlos luego en el fragor de la batalla; porque aprendió a compartir el espacio con otros, aunque tuvieran forma de pato; porque sintió que las cosas funcionan cuando se trabajan. El que estuvo allí tuvo suerte porque entró por la puerta grande en la fiesta de la vida. Quien estuvo allí lo sabe… Rilke dijo que la la verdadera patria del hombre es la infancia, y el próximo 17 volveremos a encontrarnos con la patria, que es lo que somos, en definitiva… 







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