No a la guerra

Kayros
23:41 • 24 nov. 2015

James Joyce se retiró a escribir el “Ulisses” a una ciudad tranquila adonde no llegaban las malas noticias del mundo. Cuando terminó la Segunda Guerra Mundial, sus amigos le dijeron. “¿Sabes que ha tenido lugar una guerra de todos contra todos?”  Y el gran irlandés contestó no con poca ironía: “ Sí, algo de eso he oído por ahí”. Yo no soy Joyce. Tengo un oficio que requiere saber lo pasa en el mundo. La situación se va encabronando de tal manera que ya se habla de la tercera guerra mundial. Quienes salimos a la calle a protestar contra la guerra de Irak no podemos ahora abandonar nuestro pacifismo contra Siria. 
Es cierto que no es el mismo caso. A Irak fuimos arrastrados con un pánico inventado y por una gran mentira de Blair, Bush y Aznar. El llamado Estado Islámico y su filosofía de acabar con nuestro modo de vida sí puede ser verdad. Por tanto el resto del mundo no debe  cruzarse de brazos y esperar que le corten el cuello con una navaja barbera. El problema es cómo organizar nuestra defensa. Después de la matanza del viernes 13 en París, Hollande está decidido a golpear a los yihadistas donde más le duela. Para lo cual está buscando colaboración en Obama, Cameron, Putin y demás miembros de la Comunidad Europea. Nuestro presidente del Gobierno repite una vez y otra que está contra el terrorismo. Aunque dispuesto a secundar la llamada francesa, parece que más miedo que el terrorismo le produce, de momento, la posibilidad de perder las elecciones. Así que los ciudadanos estamos asistiendo a un curso acelerado de galleguismo a dos bandas. Rajoy unas veces parece que sube aceptando la guerra y otras parece que baja declarándose  pacifista al menos hasta después del 20-D. Luego está la duda de si serán más eficaces las bombas que otros recursos políticos y diplomáticos. Altos técnicos de estos que ahora son muy consultados en TV dicen que las bombas no arreglan nada. A lo sumo aumentan el odio que actúa como carburante. Proveerse de cazabombaderos y de portaviones para matar a un pastorcillo sirio que cuida la ovejas, tampoco parece la gran victoria sobre el yihacismo. Tal vez la solución pueda venir del dialogo, del freno a la financiación, del espionaje y de la cultura sin cerrojos. 







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