El puerto se independiza de Almería

Como si hubiera sido poseída por el espíritu de Mister Proper, la Autoridad Portuaria acaba de anunciar que en breve instalará “pantallas atrapa-polvo” junto al parque Nicolás Salmerón para evitar así los problemas derivados del almacenamiento y embarque de graneles minerales entre los vecinos de la zona. No entraré a discutir la eficacia de estos dispositivos o la capacidad de absorción de las mallas de las partículas dañinas que el viento lleva desde los muelles a las ventanas y casas del barrio. Me limitaré a volver al tema publicitario para señalar que, una vez más, el Puerto de Almería no quiere cambiar el polvo por el brillo. Y es que por muchas medidas paliativas que quieran ponerse, el algodón no engaña: la mejor manera de evitar las molestias cotidianas y de no amenazar la salud de los vecinos es, simplemente, no embarcar allí ese tipo de mercancías. Lo que, en mi opinión, tendría que haber hecho el Puerto hace ya muchos años es decidir de una vez qué tipo de Puerto quiere y puede ser y admitir que, por su configuración, cualquier uso industrial que se dé al refugio marino en torno al cual se creó históricamente Almería es molesto, nocivo y contraproducente para la inaplazable reunión del conjunto de la ciudad con sus muelles. De nada sirve hablar de proyectos Puerto-Ciudad ni del esplendoroso futuro turístico y deportivo de la rada almeriense si la Autoridad Portuaria sigue empeñada en independizarse de Almería e instalar aún más barreras entre el Puerto y la ciudad. Y todo esto sin hablar siquiera del recurrente proyecto de volver a llevar el mineral de hierro del Alquife a los muelles de Almería, que ya saben que es algo que vendría muy bien a la Junta de Andalucía, a la empresa explotadora (si tuviera dinero para explotarla) y que es una idea que apoya el PSOE almeriense, llevado de su objetivo de servir a los intereses de la Junta de Andalucía antes que a los de Almería. Pues de momento, pantallas. Próximamente, más cosas.