Choques tectónicos

No puedo evitar cierta preocupación desde que, la semana pasada, el Mar de Alborán se hiciera notar, a modo de movimientos sísmicos de epicentro en Alhucemas, con casi mil réplicas y daños en algunas zonas. Y es que, aunque no saltó la alerta de riesgo de tsunami, no podemos olvidar lo cerca que vivimos de la costa en tantos municipios de la provincia. No paro de preguntarme si estamos preparados; nuestras viviendas, la fijación de construir tan cerca del litoral, el caos urbanístico, las comunicaciones, la ausencia de refugios,…
A la par, y aunque la actividad sísmica de la Comunidad Valenciana es moderada, pero con cierta importancia, concentrándose el mayor riesgo en la Comarca del Bajo Segura, el terremoto que ha sacudido Valencia en los últimos días sí que es preocupante; tan devastador como el que afectó a Torrevieja en 1829, que causó cientos de víctimas, pero en esta ocasión, el epicentro es el PP valenciano con una altísima intensidad de corruptela con mordidas indecentes que, lejos de disiparse, traslada presuntamente la corruptela a Roquetas, dándonos los primeros avisos para el terremoto político que puede suponer en el PP de Almería el que Gabriel Amat pudiese haber adjudicado casi 1 M€ a un grupo empresarial del que su yerno era consejero. Pero no nos soliviantemos, que aún no se ha llegado al descaro de que sus propios concesionarios familiares le vendan coches a su Ayuntamiento, ni le han recalificado terrenos sus compañeros capitalinos para un pelotazo urbanístico,…, ¿o sí?
¿Aún puede haber quienes pretendan que se llegue a un pacto con el PP de Rajoy?, pero si eso es como construirte una casa de paja en Alhucemas. Lo mejor es que sigan pasando palabra y dejen que las otras tres fuerzas políticas se pongan de acuerdo para una serie de políticas imprescindibles que rescaten a las personas y blinden los derechos sociales; pero para ello, las tres placas tectónicopolíticas deben dejar de colisionar si no queremos otro movimiento sísmico.