No con mi voto

Juan Megino
01:00 • 06 feb. 2016

Esta semana hemos conocido que el Rey Felipe VI, después de la segunda ronda de consultas, ha propuesto a Pedro Sánchez que forme gobierno. Todo normal y constitucional  teniendo en cuenta que  el señor Rajoy, en nombre del PP, ha renunciado a esa posibilidad al reconocer que no dispone de los apoyos.
Es entendible la enorme satisfación que ha sentido el señor Sánchez, algo absolutamente razonable, siendo además un gran honor, máxime teniendo en cuenta el resultado del PSOE (90 diputados sobre los 350 que integran el Congreso). 
Desechado por el señor Sánchez cualquier tipo de colaboración con el PP para alcanzar un acuerdo, al que se sumaría Ciudadanos, su única posibilidad de formar gobierno pasa por pactar con Podemos y sumar a ellos los votos de IU, nacionalistas y separatistas radicales, de los que, aparentemente, les separa multitud de principios.
El propio Comité Federal del PSOE parece que ha establecido unos límites en la negociación con esos partidos, pero en mi opinión, y en la de muchos españoles, esas líneas las va a sobrepasar con suma facilidad, ofreciendo casi todo lo que le pidan, para satisfacer su enorme ambición, mostrada la misma noche que el Rey le ofreció el encargo, aunque ello suponga, o pueda suponer, un enorme retroceso en la convivencia en nuestro país. Es obvio que con mi opinión no pretendo demonizar a los socialistas. España ha tenido gobiernos socialistas durante 15 ó 20 años, dentro de la lógica alternativa en un sistema democrático, y se ha podido convivir sin dificultad, dentro de las diferencias ideológicas.
En lo que a mi respecta, en mi vida pública, la relación con el PSOE y sus representantes municipales, ha sido absolutamente correcta y respetuosa con los principios que unos y otros profesamos, y siempre teniendo en cuenta un objetivo común, el trabajo por Almería y los almerienses.
Si ahora el PSOE pacta con un partido como Podemos, absolutamente antisistema, y con partidos que, sin duda,  quieren romper España, está claro que habrán quebrantado gravemente esos principios, como a diario le recuerdan al señor Sánchez muchos de sus correligionarios, actuales y pasados. No debiera valer todo para alcanzar el poder.
En esta tesitura, parece haber una cierta tendencia, en algunos medios de comunicación y tertulias, a ejercer presión al PP para que, al menos, se abstengan en la sesión de investidura del señor Sánchez, apelando a su sentido de Estado, para salir del atolladero en que nos encontramos.
Es cierto que el señor Rajoy ha sido categórico en su posición, en justa correspondencia a sus continuos desplantes del señor Sánchez, y está bien que así sea, pese a las presiones que pueda sufrir. La inmensa mayoría de votantes del PP, de ahora y de antes, jamás lo entenderían y, seguramente, no lo perdonarían. En estricto sentido democrático debería haber sido al revés, que el PSOE hubiera permitido un gobierno del PP. Rajoy, mi voto y el de muchos  de esos más de 7 millones de votantes, no deberá servir para hacer Presidente al señor Sánchez, no por ser socialista sino por ser capaz de pactar con cualquiera, con tal se satisfacer su ambición.  







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