Ingeniería social

Julia Navarro
00:54 • 24 ene. 2020 / actualizado a las 07:00 • 24 ene. 2020

Dejó dicho la Vicepresidenta Carmen Calvo: “Espero que la Academia no decepcione a las mujeres” refiriéndose al informe elaborado por la Real Academia de la Lengua a propósito del “lenguaje inclusivo”.


Pero al parecer este deseo expresado por la Vicepresidenta no se ha cumplido en los términos en que a ella le hubiera gustado. Pero como la señora Calvo no es la medida de todas las mujeres, diré que dicho informe a muchos no nos ha decepcionado. Es más, en mi caso, me habría decepcionado que la Academia hubiera decidido que a partir de ahora tuviéramos que feminizar todas las palabras. Imagínense tener que decir “cuaderna” en vez de cuaderno, o “lapiza” en vez de lápiz, o “peza” por pez...


Si ya sé, que algunos dirán que mi ejemplo es una “boutade” pero no estoy segura de que lo sea tanto.



En mi opinión tanto el Presidente de la RAE, Santiago Muñoz Machado como los académicos encargados de estudiar la petición de la Vicepresidenta para reformar el texto constitucional con lenguaje inclusivo, se han mostrado conciliadores hilando fino para dar una respuesta atinada.


Estoy en contra de la ingeniería social propia de regímenes populistas y autoritarios. Por tanto creo que los políticos no pueden imponer la manera en que los ciudadanos hablamos.



Feminizar todas las palabras es un dislate y afortunadamente la Academia no ha recogido ese “guante”.


Si nos atenemos al informe de la Academia nuestra Constitución ha soportado bien el paso del tiempo aunque los señores académicos sugieran algún cambio menor. Recuerdan además que el uso del masculino genérico es común no solo en España sino en Hispanoamérica y que ese empleo del masculino es inclusivo.



La verdad es que últimamente dirigentes del PSOE y no digamos de Podemos, cuando hablan se erigen en representantes de todas las mujeres y lanzan anatemas sobre quién no comulgan con sus postulados.


La lengua se va modificando con su uso a través del tiempo pero no se puede modificar por decreto o por razones políticas.


Opino que es más que preocupante la pretensión de la señora Calvo y de otras ministras del Gobierno para que los ciudadanos hablemos como ellas creen que debemos hacerlo.


Por eso no está de más reclamar a la señora Calvo y al resto de los miembros del Gobierno (me niego a escribir “miembras”) que nos permitan a los ciudadanos hablar como nos venga en gana y buenamente sepamos. Y siento insistir recordando que la ingeniería social es propia de regímenes totalitarios. Pues eso.


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