Sensores y agua de lluvia para reducir la huella hídrica

Biosabor La comercializadora nijareña usa el agua de riego de forma ahorrativa y eficaz

Las instalaciones de Biosabor se caracterizan por un alto grado de tecnificación y capacidad productiva.
Las instalaciones de Biosabor se caracterizan por un alto grado de tecnificación y capacidad productiva.
Agricultura 2000
21:18 • 19 jul. 2017

Para evitar las inundaciones producidas por las lluvias torrenciales que arreciaban cada año sobre los invernaderos de la zona, los agricultores del campo de Níjar desarrollaron sistemas de recogidas de lluvias con la que mezclaban el agua que tenían de las pozos, demasiado salinas para regar las plantas de tomate que sembraban en agosto.  Esta cultura de la recogida de pluviales ha pervivido hasta los últimos años, cuando diversos representantes del sector comienzan a contemplar el aprovechamiento del agua de lluvia como una de las soluciones más eficaces de cara a mitigar el déficit hídrico que arrastra la provincia. 




Una de las empresas que mejor representan esta eficacia en la comarca de Níjar es Biosabor. La comercializadora, cuya sede central está ubicada en el municipio de San Isidro de Níjar, cuenta con unas instalaciones de alta tecnificación en las que han desarrollado uno de los sistemas de ahorro de agua más eficientes de Almería. 




Sensores
La instalación de sensores para el riego de precisión ha sido la innovación más notable de esta comercializadora nijareña, según nos informa Ramón Gazquez, técnico de Biosabor. Estos sistemas de control de riego han reducido de forma drástica el consumo de agua: si hace cinco años, el cultivo de un tomate de ciclo largo empleaba entre 6 y 7 millones de litros, en la actualidad "estamos manejando entre 3,5 y 4 millones de litros, lo que nos ha supuesto un ahorro de casi el 50% solo con este recurso". 




Agua de lluvia
El aprovechamiento del agua que cae sobre las cubiertas de los invernaderos en forma de lluvia es otro de los avances en los que Biosabor, en este caso, se ha servido de la tradición de sus agricultores para desarrollar un eficaz sistema de recogida y aprovechamiento de pluviales. 




“La calidad del agua de luvia, por lo general, no es apta para riego, por lo que la utilizamos para mezclar con agua desalada y así conseguir la conductividad adecuada”, explica Ramón Gázquez.  “Los valores de pluviometría media de esta zona indican que caen unos 2,5 millones de litros por hectárea de invernadero, de los cuale aprovechamos aproximadamente el 80%. Al final, el agua de riego nos supones entre el 30 y el 35% de las necesidades totales hídricas que tenemos en nuestras fincas”. Unas cifras que, sumadas al ahorro que suponen los sensores de riego inteligente, permiten un ahorro cercano al 65% del abastecimiento tradicional de agua en base a agua desalada o los pozos de los que extraen este recurso. Una muestra más del ‘ADN’ vanguardista de Biosabor.
 







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