Que cumplas años feliz

La autora de `Diecisiete. Cuando desperté, el dinosaurio seguía allí` reflexiona sobre `lo mal que felicitamos algunos y lo mal que sabemos cumplir añ

Verónica Díaz
12:24 • 10 sept. 2017

Cuando el denominador más común de tu árbol genealógico es ser familia numerosa, la cantidad de veces que cantas el cumpleaños feliz al año se eleva exponencialmente, así como las felicitaciones y el exceso o defecto de creatividad a la hora de hacerlas.




Y si hay una cosa que los grupos de whatsapp me pueden ofrecer, es observar las diferencias individuales a la hora de comunicarnos, sobre todo en estos contextos. Por ejemplo, cuando es el cumpleaños de algún miembro, normalmente hasta los participantes más pasivos salen del escondrijo para dedicarle unas palabras y a mí como amante observadora de la conducta humana, me gusta analizar lo que cada uno dice. Y de eso va hoy la cosa, de lo mal que felicitamos algunos y de lo mal que sabemos cumplir años. Y por eso quiero enmendarlo.




Hace mucho tiempo que procuro no hacer referencias al aspecto estético y físico de una persona a la hora de felicitarle, porque no sé si os habéis dado cuenta, pero el ser humano está demasiado obsesionado con el aspecto físico. Cuando vemos a alguien de nuevo después de un tiempo le decimos “estás más delgado” o “estás más gordo”, o comentamos lo desmejorada o guapa que está la persona en comparación con la última vez. Es como hablar del tiempo con alguien, lo más recurrido, pero no por ello lo mejor. Yo he visto cómo a más de uno le ha cambiado la cara de la ilusión a la inseguridad y la tristeza en cuestión de segundos por uno de esos comentarios desafortunados, que aunque se hagan sin maldad, no suelen caer muy bien. Yo soy de la opinión de que si no estás seguro de que lo que vas a decir le vaya a aportar algo positivo a la otra persona, mejor no lo digas.




Pues con los cumpleaños pasa algo parecido, que caemos como moscas en la gracia de decir cosas como “¿cuántos cumples, 25?” a alguien que cumple bastantes más que esos. O recalcamos lo joven que parece a pesar de la edad real que tiene. Son todas esas frases hechas que hemos interiorizado y que lo único que hacen es desprestigiar inconscientemente el hecho de envejecer y cumplir años, lo cual en realidad no es más que un auténtico regalo.




Entiendo a las personas que sienten vértigo cada vez que les toca soplar las velas por lo rápido que se les pasa la vida, por los buenos momentos y personas que pasaron, o por los años que estiman que le quedan por delante en comparación a los que se quedan por detrás. Pero me gustaría que dejara de incomodarnos la idea de hacernos más mayores, por cuestiones estéticas o incluso por los prejuicios que asociamos a esas edades, como sí no pudieras volver a divertirte o a ser feliz cuando traspasas cierta cifra. Que no todo es lo que parece, y que todos conocemos a gente muy joven que se sienta a ver los días pasar, y a gente muy mayor que exprime cada segundo como solo lo puedes exprimir cuando empiezas a saber de qué va la vida.




Cumplir años es un regalo porque significa que estás vivo. Que sigues aquí. Yo he pasado por una enfermedad que le roba esa oportunidad a muchísimas personas, y quizás por eso sienta un amor y una gratitud hacia el hecho de cumplir años que la amenaza de un rostro arrugado no me puede quitar. Porque esa es otra… ¿quién decidió que las arrugas no son bonitas y que disimulándolas estamos más guapas? Y es que yo miro a mi yaya a la cara y la veo preciosa precisamente porque le veo la vida. Veo las risas, los llantos, las preocupaciones, el trabajo, las dificultades y las alegrías. Lo veo en su piel, en su edad, en sus ojos… veo esa sabiduría y esa presencia rotunda que solamente los años te pueden dar y me pregunto por qué nos da miedo que se nos vea la vida en  la cara, si no es más que el reflejo de lo que somos.




Me da la sensación de que siempre estamos buscando motivos para no sentirnos bien con nosotros mismos, y que no se me malinterprete, que yo estoy a favor de que nos cuidemos para mantenernos lo más saludables posibles, pero he ahí la clave, en la salud y el bienestar.




Yo tengo unas ojeras, un cuerpo y unas marcas en la piel que no tenía hace tres años, cuando todavía no había tenido dentro de mi cuerpo creciendo a mi hijo. Cuando aún no lo había parido, cuando aún no había pasado noches en vela alimentándolo o calmándolo. Cuando aún no había llorado todo lo que he llorado con él, ni me había reído todo lo que me he reído. Y quiero que la sociedad no me empuje a odiar los cambios físicos que he experimentado por crecer, sino que me ayude a abrazarlos y sentirme orgullosa de ellos. Pero eso solo puede ocurrir si cada vez somos más los que decidimos poner el foco en lo que de verdad importa, que estar aquí, celebrando que estamos vivos, cantando y festejando el llevar un año más en este mundo que no es más que el resultado de lo que expresamos y sintiéndonos orgullosos de ganar en experiencias, en sabiduría, en conocimientos…


Hoy 10 de septiembre es mi cumpleaños y esto es lo que me quiero decir: “Enhorabuena por haber tenido la oportunidad de estar 27 años en este mundo, y ojalá sean muchos más. Que los vivas con ilusión, con gratitud, con salud, felicidad y amor, y que aproveches el regalo de estar aquí para contribuir a hacer de este mundo un lugar mejor para todos. Que tus mejores deseos se cumplan y que soples las velas rodeada del cariño de las personas que más te quieren. Y que cumplas años, feliz.”



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