Teselas de luto

Teselas de luto

José Luis Masegosa
22:52 • 10 feb. 2013

El titular de ayer de La Voz acerca de la noticia del fallecimiento de Luis Cañadas me ha llevado de inmediato a  conectar la grabadora para  refrescar el testimonio sonoro y escuchar con auténtica devoción su octogenaria voz, clara y precisa en, acaso, la última entrevista concedida por el excepcional indaliano. 


El ambiente de mediodía en  la madrileña calle de Alfonso X  apenas distrae al maestro muralista, quien con suma hospitalidad atiende al periodista para hablar del pasado y contar el presente, motivado, sobre todo, por  la recuperación  del mosaico de la señorita –nunca mojaquera-, con la que se ha dado la bienvenida por carretera a Almería y que Carlos Fernández, el gerente de la bodega Lauricius, de Abrucena, ha convertido en el logo de la misma con la generosa autorización del artista almeriense.


La conversación fluye sin apenas pausa por parte del anfitrión, quien, de cuando en vez, alude a su práctica inactividad causada por los problemas de visión, que le han obligado a dejar de escribir en el último año, tarea a la que se había dedicado con cierto entusiasmo. 




Habla el artista con gracejo de algunas anécdotas de su trabajo pretérito, de la ventisca y el temporal que les cogió el día en que se desplazó a las proximidades de Fiñana para construir, por encargo de la Diputación, el monolito con su mosaico de la mujer almeriense, sobre cuya creación sí reconoce la influencia de la figura de la mojaquera. Calmada la meteorología, el maestro no dudó en ponerse manos a la obra y con una piqueta comenzó a cincelar el basamento construido con esmero por el albañil de turno, para darle el perfil irregular que siempre ha presentado, lo que ocasionó que el trabajador se echara manos a la cabeza y mostrara su contrariedad ante la destrucción de su “obra”; la situación se solventó tras concluir Cañadas su tarea y explicar cuanto quería hacer.  


Tesoros de Almería en el corazón




 Con ese timbre agudo de su voz, Luis Cañadas es preso de la pasión cuando se detiene en los materiales de sus obras, en las teselas de gresite, en los mármoles almerienses de cuando entonces, en el esmalte veneciano utilizado por los autores bizantinos, o con el recuerdo de su primer mosaico, realizado al alimón con el fotógrafo Pituco, para la fachada de la desaparecida tienda de material fotográfico de Cristóbal Peregrín, en el Paseo. 


Carmina Cortés, la mujer del polifacético artista, avisa con exquisita delicadeza de su ausencia para comprar el pan, en tanto que el maestro desgrana sus inicios en el movimiento artístico almeriense y los avatares del mismo, el descubrimiento de Mojácar con Rafael Lafuente, o los tesoros de una Almería, que, confiesa, siempre lleva en el corazón. Como en el corazón le llevan a él las teselas de los murales de la antigua estación de autobuses, de la Subdelegación del Gobierno...o las del logo de Lauricius. Hoy todas están de luto.




 


 


 


 



Temas relacionados

para ti

en destaque