El toreo intenso de Torres Jerez convenció y triunfó en Berja

El toreo intenso de Torres Jerez convenció y triunfó en Berja

Jacinto Castillo
22:48 • 31 ago. 2013

La Sierra de Gádor vio la tarde toros en el Coso del Llano de Vilches sin quitarse la montera de nubes, como si fuese la primera vez que iba a hacer el paseíllo en esta plaza. Había expectación por ver a Torres Jerez y una buena predisposición para aplaudir una vez más el desenvuelto toreo de Víctor puerto. Pero, las expectativas de ver al vástago de los Silveti se quedaron in albis, porque el diestro azteca envió un parte médico y fue sustituido por Sánchez Vara. Cosas de los toros.
El primero de Torres Jerez salió un poco más complicado que sus hermanos de encierro, pero con la casta suficiente para que el almeriense mostrara lo mejor de su toreo. Importante con el capote, Francisco porfió hasta dejar una media verónica tan ajustada que perdió la zapatilla rozada por el pitón. El animal entró al caballo como un huracán y derribó al piquero sin consecuencias. Había toro y pedía guerra y Torres Jerez se la dio en forma de quite, firme en las chicuelinas y torero en la tafallera.  Magnífica la cuadrilla del almeriense en el tercio de banderillas y en la brega en general.
Se esperaba la faena de Torres Jerez y el almeriense salió convencido de que no iba a defraudar. Sin mudar las zapatillas lo recibió por alto, llevándose un doloroso saludo de su enemigo a la altura del corbatín, que no le hizo perder el sitio.
En los medios, la faena fue cogiendo fuste, con el torero pendiente de encelar al animal en la muleta, cuidando de sus reacciones no siempre nobles. Desgraciadamente ste tercero de la tarde, perdió también las manos estropeando el momento.  Lo mejor de la faena vino por la izquierda: naturales pausados y largos, con enjundia.  Así que siguió toreando con esa mano, que dicen que es la que vale dinero hasta quedar claramente por encima del de Guadalest.
Torres Jerez pidió el indulto para el berrendo que cerraba plaza, un manso encastado al que el almeriense le sacó hasta la última gota, enuna faena que fue de menos a más y en las que consiguió plasmar las señas de su toreo, incluido sus depurados derechazos rodilla en tierra. Al final, tuvo que estoquear, pese a que reclamó con insistencia el pañuelo del indulto.  


Víctor Puerto  Si el que abrió plaza fue un toro noble y sin demasiada fuerza, el segundo del lote de Víctor Puerto ya fue otra cosa. Sin estar tampoco sobrado de fuerzas, salió más exigente y anduvo en las primeras fases de la lidia mandando en el ruedo, hasta el extremo de que nadie impidiera que se tomara por su cuenta una puya en la contraquerencia.
Con la muleta, Víctor anduvo con dudas, probando terrenos y viendo si por el pitón izquierdo le iba a dar menos tormento.  El toro pedía distancia y el torero no terminaba de acoplarse con él.Así las cosas, optó por darle un poco de aire a su enemigo no comprometerse demasiado.
El toro se rajó y buscó la querencia de nuevo y otra vez el torero se lo trajo a los medios a ver en qué quedaba la cosa. Algún derechazo suelto, siempre a tenor de lo que el toro disponía.  Pero el largo oficio de Víctor Puerto acabó imponiéndose y, de un modo u otro, sacó adelante su actuación, tapando lo tapable y dando lustre a lo presentable. La experiencia es un grado en todas partes.
Sánchez Vara lució unas excelentes banderillas en su primero, un toro que mostró más casta que fuerza. Se empleó con clase en el caballo, aunque luego perdería las manos en el segundo tercio. El sustituto presumió de estilo y dejó los rehiletes con clase, asomándose al balcón y resolviendo las suertes por derecho. Con la muleta aprovechó las cualidades del animal para desarrollar su toreo pausado y con regusto, tratando siempre de ajustar los lances.  Por la izquierda insistió con el toro ya refugiado en las tablas. No quiso dejarse nada sin torear de este primero de su lote, un animal que con una punta más de bríos habría sido un toro interesante. A su segundo lo recibió con cuatro largas cambiadas como pidiendo palos pañuelo blancos del presidente desde el principio. También con las banderillas anduvo muy adornado, aunque no llegó a dejar ningún par tan bueno como e su primer toro. Pensó, al parecer, que el efectismo es mejor aliado del triunfo.
Sánchez Vara se fue con decisión muleta en mano a poderle al quinto de la tarde, que tomaba el engaño protestando y mugiendo de manera poco eperanzadora. El torero, que no quería irse de vacío apretó  lo que pudo y el toro le negó parte del éxito que esperaba, con su embestida plomiza y titubeante.







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