Activar cerebros y desactivar tripas

“Sólo cabe esperar que a partir de las 20:00 horas de hoy comience realmente a funcionar el sentido común”

Jose Fernández
01:00 • 26 jun. 2016

En estos seis meses de resaca tras la última “fiesta de la democracia” (por favor, desconfíe del candidato que, a estas alturas, siga recurriendo a esta lamentable muletilla) se ha hablado mucho del presunto fin del bipartidismo como síntoma visible del sedicente nuevo tiempo que estamos viviendo. Y aunque en alguna ocasión he escrito acerca del error conceptual de destacar la novedad en una sustancia –el tiempo- cuyo fundamento es, precisamente, la renovación, hoy quiero hablarles del falso final del bipartidismo en España. Ya sé que hoy tenemos muchas opciones diferentes que concitan el interés y la expectativa de millones de españoles, con lo cual podría pensarse que efectivamente el bipartidismo clásico ha muerto. Pero el bipartidismo no ha fenecido, ni tampoco está mal enterrado, sino que ahora está formulado de otro modo. De entrada, para superar el bipartidismo hay que saber manejarse en el multipartidismo, y el hecho de que seis meses después de las últimas elecciones estemos repitiendo hoy la jugada es, sin duda, la mejor prueba de que los escenarios divididos se nos dan mejor que los fragmentados. Somos españoles, qué le vamos a hacer, y nuestra tradición política entiende más de vetos que de votos. Instalados en la polarización y en el cainismo desde hace siglos, los españoles hemos demostrado que no sabemos ponernos de acuerdo entre contrarios, cosa que es un lastre social, democrático y económico de primer orden. Sólo cabe esperar que a partir de las 20:00h de hoy comience realmente a funcionar el sentido común, que se activen los cerebros y se desactiven las tripas, para buscar un acuerdo que posibilite un gobierno que siga adelante con la enorme tarea que queda por delante. Creo que el verdadero cierre de la Santa Transición sólo se dará cuando los españoles veamos que nuestros políticos son capaces de hacer lo mismo que se ha hecho tantas veces en el resto de Europa: un acuerdo generoso y amplio, dominado por la altura de miras hacia el futuro y no hacia los respectivos ombligos.







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