Palabras moribundas

Kayros
22:19 • 19 ene. 2017

Resulta peligroso, dice Iñaki Gabilondo, que España no se dé cuenta de que puede terminar siendo “ El bar de España”. Hablar, hablar sin sentido, sin moderación ni freno, parce ser el vicio último de los españoles de esta época. Siempre he admirado a esos raros genios linguisticos que llevan la cuenta de los vocablos que mueren cada día. La cofundadora de Podemos , Carolina Bercansa, ve el problema desde otro ángulo más sutil. El meramente político. El meramente político. Acostumbrada a seguir momento a momento la cansina polémica que se traen pablistas e iñiguistas ha llegado a la conclusión de que hablamos mucho pero siempre fuera de tiesto. Tanto hablar mata las palabras, las amarillea, las deja sin sustancia específica. En todas partes cuecen habas, dirán ustedes. Es cierto que no son solo los políticos quienes padecen de esta incontenible diarrea verbal. Tendríamos que estudiar con más detenimiento y precisión otras profesiones comparándolas con el oficio a tiempo completo de otros artistas palabreros. ¿ Quien emplea ahora la palabra “abstruso”, “procaz”, “supermegalópodo” etcétera? Algunos programas televisivos se han convertido en en un enfurecido y manoteante diálogo sin palabras. Tras varias horas de cháchara, la gente llega al convencimiento de que lo que mejor se entiende son los programas mudos. Probablemente se trata de una técnica aprendida en las tertulias políticas. Ver la cara que pone quien disiente con todo respeto sin poder meter baza, equivale a la que pone el Maruhenda cuando está haciendo uso de la palabra algún ilustre izquierdista. Los escolásticos inventaron el sistema de las dos columnas para explicarse mejor los atributos de Dios. En una columna colocaban el si y en la otra el no. Hoy pareciera que todos dicen lo mismo. Siempre queda una palabra antigua que ha perdido su significado de otro tiempo y con decir que ya no se lleva en el lenguaje ordinario, el tertuliano desata una tormenta en la audiencia. Compadezco, pues, a Carolina Bescansa quejándose con toda razón de la lógica de partido de pinpong de su partido. No es bueno decir que los militantes se han equivocado en todo porque de esta manera siempre estamos en el mismo sitio o a lo sumo avanzando hacia atrás.







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