La Virgen del Mar, de Romería

Fausto Romero Miura
22:40 • 13 ene. 2018

Hoy, como cada segundo domingo de enero, la Virgen del Mar, Matrona -la madre de familia, noble y virtuosa, que define el Diccionario- de los almerienses, nos invita a ser felices con Ella, en una alegre y feliz fiesta de familia, a la que hasta el clima se sumará mientras España se hiela, en  su casilla moresca e indaliana de la Playa, la Ermita de Torregarcía, a la orilla del mar al que llegó hace 515 años ya.
Pero ¿desde qué ribera del Mediterráneo inmigró La Virgen, almeriense por elección, para convertirse en la Madre de todos nosotros? 
Benítez Carrasco, en un poema que en 1949 ganó los Juegos Florales de Almería, nos lo explica: “Grecia se asomó a sus playas: / -¡Señora, no tengáis prisa! / …Mar adelante, la Virgen / boga que te bogaría. / La quiso Italia. / …La Virgen, / boga que te bogaría. / La quiso Francia. / …La Virgen, / boga que te bogaría. / España se fue al Levante, / Valencia y Murcia salieron: / -¡Señora: no tengáis prisa! / …Mar adelante, la Virgen / boga que te bogaría, / la mirada en el timón, / y la risa en Almería. / Almería abrió su puerto: / ¡Señora, no tengáis prisa, / y os daré naranjas de oro / para vuestra travesía! / La Virgen miró al timón;  / dijo que se detendría. / La Virgen, toda riendo, / desembarcó en Almería. / Almería cerró el puerto. / ¡La Virgen ya no se iría!”  
Llegó de casa, del Mediterráneo -el alma común de la que es Patrona- a la que siempre imagino alegre y joven, como “La Mojaquera” de Luis Cañadas que hay en las carreteras de entrada a la provincia.  ¡Es que la Virgen del Mar y Cristo, su Hijo, son mediterráneos, como nosotros! Hicieron su vida –desde el nacimiento hasta la muerte- en la ribera de Oriente, por la que sale el sol en Su y nuestro mar. Somos, pues, paisanos de mar. Y es un honor y un orgullo compartir paisanaje con Cristo y su Santísima Madre. Desde siempre, pues, son unos de los nuestros o nosotros uno de los Suyos, hijos de María y hermanos y paisanos de Cristo.
Y como la Virgen del Mar es madre y marinera, quiere que, hoy, seamos felices en su compañía –y Ella en la nuestra- en la Romería que tan bien canta Julio Alfredo Egea: “El caballo se ha mirado  / en los galopes del mar. / La Virgen sobre delfines / de plata en su caminar. / Los romeros desplegando / estandartes al pasar. / Arriera azul sin cansancios / el agua que viene y va / le trae rosas del Poniente / y corales de Alborán. / Junto a la Virgen del Mar / hay un caballo de bruma / que no quiere galopar.”
La Virgen del Mar es alegre y feliz, y quiere nuestra felicidad. Lo dice Manolo del Águila, el almeriense que quizá mejor sintonizó con su alma: “La Señora y el Niño / van navegando / por un mar de sonrisas / azul y blanco. / …¡Qué coro de sonrisas / tienen las aguas! / Qué canciones el aire, / luz la mañana!” 
Y Antonio López Cuadra: “No ponerle velas al viento / que yo tengo las velas mías, / hay en mi pecho ciento / y en mis manos alegría.” Y Rafael Alberti: “La Virgen del Mar quisiera / que el barco de la alegría / tuviera solo por guía / sin tu lebrel, tu bandera.” Y Manuel Falero: “Guardas en tu sonrisa milagrosa / espumas de ilusión y sal de encanto / y entre algas alumbraste tu manto / con escamas de luna temblorosa.” 
Nuestra Patrona, insisto, es una madre feliz, y contagioso su amor por la fiesta y la alegría: “Desde Almería hasta el Ebro / se fue la Virgen del Mar / a enseñarle el fandanguillo / a la Virgen del Pilar. / Y la Virgen del Pilar / desde Aragón otro día / fue a cantarle una jotica / a la Virgen de Almería. / -¡Las Vírgenes de viaje!, / dice San Pedro, extasiado. / -¡Entre jotas y fandangos / la que en el Cielo se ha armado…!”, escribió Florentino Castañeda.
Nuestra Virgen del Mar es sol, brisa fresquita, claridad: “tu claridad nunca es escurecida / y sé que toda luz de tí es venida”.  Lo decía San Juan de la Cruz.
En un mundo convulso, cada vez más de filias y fobias irreconciliables, la Virgen del Mar sólo despierta amor  entre los almerienses, con la dolorosa excepción de un religioso cercano a Ella. Incluso los ateos militantes –la madre es sagrada- la aman, y es, para todos, alegría y felicidad. Y protección. Y consuelo. Y puerto de acogida. Y complicidad. Y consejo. Y paz moral. Y pasión vital. E, insisto, sobre todo, amor: a Ella y de Ella. 
Lo de la Virgen del Mar no es cuestión de creer, sino de querer. 
La Virgen del Mar es la encarnación de Almería.
Ojalá vivamos, hoy, Su Romería marinera con amor, devoción, paz y alegría, y recibamos Su bendición. 


 







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