Antonio Peñuela y el ayuntamiento de Partaloa necesitan ya un 155

Juan Torrijos
22:28 • 15 ene. 2018

No se puede permitir que el señor Peñuela (sin mocho él en la cabeza) se pase la ley y sus derivados por el forro de sus caprichos en el Ayuntamiento de Partaloa. Me van a decir que es una exageración implantar en el municipio el artículo 155 de la Constitución, bueno, que implanten otro, la “consti” tiene muchos de los que echar mano y es de imaginar que alguno habrá para bajarle los humos a don Antonio, pero que no tengamos que estar viendo como un alcalde, llega incluso a cesar a un secretario para que éste no pueda convocar el pleno que lo saque del sillón de mando de la alcaldía. Ya ha dicho que la vara no la va a entregar, que se la lleva a su casa para recuerdo familiar, si es que consiguen echarlo alguna vez, cosa ésta que no parece nada fácil. 
En el pueblo corren las apuestas entre los vecinos como carretillas y con ruido. Una casa de apuestas con domicilio social en Gibraltar para no pagar impuestos hasta allí se ha desplazado y tiene al vecindario soliviantado. Por ahora se paga la apuesta que no se va el señor alcalde ni con agua hirviendo por un dieciocho a dos. Y subiendo. La de que no se va digan lo que digan los ediles de la oposición se paga un veintiocho a dos. Sólo en una variante ganan los que apuestan por que se marchará, la de la Guardia Civil, Si la benemérita sube a sacar del salón de plenos al alcalde Peñuela de Partaloa, el que no tiene mocho en la cabeza, la apuesta se paga quince a cero a que abandona. No se sabe si a pie o en volandas, pero que deja el sillón. Y en eso andan los vecinos de Partaloa ante la tomadura de pelo que con la justicia tiene, presuntamente, el sin mocho almeriense.
¿No podrían tener un poco de seriedad estos señores? Si los ejemplos que nos dan en el norte con los cortes de mangas a la justicia son los que vemos cada día en la prensa y permiten los gobiernos de Madrid, no nos debe extrañar que en Almería, y nada menos que en Partaloa, un alcalde se envuelva en la bandera de su pueblo, su ayuntamiento, sus vecinos y decida que él no deja la alcaldía, que va a seguir defendiendo con uñas y dientes a los que le votaron por encima de lo que haga falta, y que la única justicia es la que emana de esos votos que le nombraron. Y un par.







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