Papá, no vengas en tren

“En Almería el tren es una tortura, una incertidumbre, una tardanza, una pérdida de tiempo”

Ginés Jesús Parra Córdoba
01:00 • 05 sept. 2015

La historia del tren en Almería no tiene ni un pasado ni un presente fructífero, es más, se podría decir que casi el presente es idéntico al pasado o que no hubiese pasado el tiempo en positivo para este medio de transporte. Un medio de transporte, que es considerado en Europa como como el principal medio de transporte, es la forma en que viaja la mayoría de los europeos. En el resto de Europa este medio es moderno, confiable y en muchos casos, de vanguardia. A diferencia de volar, no hay largas horas de controles de seguridad, límite de equipaje y menos estrés. No tienes que permanecer sentado en su asiento, con buenas vistas, está inmediatamente rodeado de paisajes, el tren te lleva directamente al centro de una ciudad. Todas estas bonanzas quedan para el resto de Europa y para parte de España. Pero hablar de tren y Almería es otra cosa muy distinta. 
 Por recordar lo más reciente, el viernes 28 de agosto nos enteramos de tres averías y más de cuatro horas de espera que tuvieron que sufrir  los 180 pasajeros de Renfe que ese día utilizaron el Talgo de la tarde para viajar entre Madrid y Almería.
El día 30 del mismo mes nos cuentan que Renfe no amplía los trenes de vuelta a Madrid tras las vacaciones, desde Almería. Mientras se podía escuchar todo los contrario desde otros lugares de España; que Renfe aumentaba el numero de trenes especialmente desde lugares de costa hacia Madrid. Renfe había colgado el cartel de “lleno total” para los viajes por tren a Madrid de regreso de vacaciones desde Almería. No había plazas desde varios días antes en los dos trenes que salen a diario hacia Madrid, sin embargo, la única medida extraordinaria fue añadir dos coches más a los seis que habitualmente lo componen. 
Llamaba mucho la atención escuchar las declaraciones  en diferentes telediarios el día 30 de agosto, que hablaban de las diferencias de muchas personas que utilizaban el tren como medio de transporte de sus vacaciones, señalaban para ello, la rapidez, la seguridad, el descanso... Claro todos ellos eran viajeros que partían de estaciones como las de Sevilla, Madrid, Barcelona... Esto no sucede con Almería, que es todo lo contrario, una tortura, una incertidumbre, una tardanza, una pérdida de tiempo. Hasta la vieja estación, magnífica hija de un discípulo de Eiffel, se muere sola, triste y abandonada.
El expreso de Almería a Madrid, nocturno, que permitía dormir toda la noche en litera o coche cama y llegar en condiciones a una reunión o una jornada de trabajo, aprovechando el tiempo de sueño, pasó a la historia hace muchos años, sin explicaciones, con pocas protestas, tanto de usuarios como de responsables políticos. Y así poco a poco nos dejan aislados cada vez más en esta esquina de España, más cerca de África que de Madrid.
Todo esto no es algo que sucede por azar o casualidad, son muchos los años de desidia, desazón, dejadez, desgana... de políticos de diferente signo, almerienses y “cuneros”, que ocupan y han ocupado cargos de diputados, senadores, portavoces... o los muchos que se les llena la boca de “Almería” cuando vienen aquí a pasar su vacaciones o hacerse la foto en la Feria o a inaugurar cuatro kilómetros de carretera.
Almería tiene muy malas comunicaciones por tierra, mar y aire. Si, al tren le sucede todo eso, escasos, lentos, inciertos y viejos; al avión, además de lo anterior, hay que sumarle los precios abusivos y por carretera te encuentras con letreros que te dicen: “firme en mal estado durante 14 km”, y sigue ahí un mes y otro y un año.
A los almerienses  se nos suma, además de tener unas de las rentas y salarios más bajos, un coste muy alto de desplazamiento, tanto en los billetes como en el tener que pernoctar en cualquier sitio porque nunca daría tiempo a volver por un módico precio y mínimo tiempo.
El tren, medio de locomoción, moderno, rápido y cómodo, se queda para la gran parte de España y el resto de Europa, pero no para Almería, con la que sucede todo lo contrario y vamos “patrás como los cangrejos” . Lo que sobran son los golpes de pecho.







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